El lugar para este encuentro fue la provincia cusqueña de Espinar, donde se percibió de forma directa los impactos que ocasionan al Pueblo Quechua la presencia de las empresas mineras; además de realizar el monitoreo para observar la calidad del agua en esta localidad, también se compartió distintas experiencias de convivencias.
Durante este espacio se generó un diálogo de hermandad y unidad entre pueblos para poder afrontar en forma conjunta la constante vulneración a sus derechos colectivos e individuales.