Quisiera empezar afirmando que las mujeres aymaras del campo son las que mantienen la idea del chacha-warmi (1), no así la idea del feminismo.
Pienso que la palabra, o la idea, de “feminismo” vienen o llegan a las comunidades rurales mediante varios agentes, como: la radio, la televisión, y las capacitaciones de las ONGs que trabajan con mujeres sobre temas de derechos, desarrollo, o inclusión financiera.
Entiendo que poco a poco se apropian primero las mujeres letradas que han sufrido y sufren alguna discriminación física, psicológica o maltrato del parte del varón, o su pareja. Entonces, este es el inicio de un «discurso» y «proyecto» de búsqueda de demandas y soluciones a dichas problemáticas. Pero a la vez, este proyecto atraviesa a las mujeres del campo. Segundo, quiero señalar que la noción de «chacha-warmi», a mi parecer, es más natural y naturalizado, es «propio de la familia rural aymara». El debate radicaría para expertos que se preguntan: ¿desde cuándo es o surge la idea de chacha-warmi? ¿en qué contexto? y ¿quienes lo legitiman?.
En una primera instancia creo que ésto es un colonialismo interno, que se naturalizó con el matrimonio impuesto por la iglesia, la felicidad, y la pareja única (monogamia) que Dios quiere. Pero pienso que hoy es naturalizado y aceptado por la comunidad y las familias aymaras. Quiero decir, que las mujeres y los varones cuando ya son parejas, son el reflejo y el modelo de la familia aymara, que además está secundado por los padrinos y los parientes que vigilan y acompañan cotidianamente. Claro, la práctica del chacha-warmi en el vivir cotidiano es de otra forma. Si es válido o no. Más bien me remito a la idea de construcción del modelo de chacha- warmi que es normalmente común escuchar entre las mujeres o comuneros aymaras de decir: «jupax chachawarmixarakisa, panichasitaxiwa» «él o ella ya son casados y uno solo mediante una unión». De modo que, esta tesis es permanente y es el ideal hasta el momento entre las familias aymaras.
Quiero por otra parte señalar que, la idea de «patriarcado», «machismo» o «feminismo», no está en la mente o popularizado en las familias o mujeres rurales aymaras. Eso constato en mi experiencia como dirigente en las bases. Es cierto que existe «machismo», abuso y otras situaciones, ahí inicia la conciencia o la búsqueda de solución a sus problemas. Sin embargo, pienso que está mal planteado la idea de «feminismo», como concepto y noción, pues no se compatibiliza con las demandas, propuestas, y la epistemología del «chacha-warmi». Ahí existe un vacío y es cuestionable. Es mejor elaborar otra forma epistémica desde el «chacha-warmi», a partir de las mujeres rurales aymaras, sería una «narración propia», que narraciones construidas por otrxs.
En síntesis, he visto o me he topado con estas dos formas de ver la problemática de la mujer rural aymara. Por un lado, desde los «feminismos» que buscan un proyecto de romper y acabar con los estereotipos y la naturalización de la discriminación y abuso. Claro, emerge y surge como corriente de moda, pero no es algo que trabajen las mujeres rurales. En contraposición veo la noción de «chacha-warmi», que más allá de sus dilemas, prácticas y proyectos, veo que lo que quieren las mujeres aymaras, cuando hay abuso, maltrato o discriminación, es la «reforma y reconciliación» con el «sistema-mundo rural» implícito en su cosmovisión y el vivir cotidiano.
Finalmente, sostengo que el «chacha-warmi» es un proyecto, práctica y epistemología, en el que es mejor que «hablen los actores», que ellos enuncien sus proyectos, pues creo que ya no estamos en tiempos de «colonialismo» hacia las mujeres rurales.
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(1) Relación dual entre varón y mujer en el mundo aymara.
* Imagen: Pintura que expresa la complementariedad del Chacha Warmi – (Familia típica aymara región lago Titicaca) Mario Apaza Apaza – (http://apaza-apaza.blogspot.pe).
**Edith Calisaya Calamollo, participante del Diplomado de Postgrado en Género Descolonización e Interculturalidad desde las Culturas Andinas (2016), coorganizado por el Instituto de Estudios de las Culturas Andinas (IDECA), y la Escuela de Postgrado de la Universidad Católica de Santa María de Arequipa (UCSM). El presente texto ha sido un trabajo presentado a la docente del Curso: Genealogía de los Estudios Andinos en Genero, Familia, Parentesco y Sexualidad, Sofía Chipana Quispe. Actualmente es Presidenta de la Organización de Mujeres Aymaras Bartolina Sisa (OMABASI).