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Jessica Lourdes Roque Tapia: La Mujer de los Andes

ideca | Opiniones - 7 Diciembre, 2015
Jessica Lourdes Roque Tapia: La Mujer de los Andes
Las relaciones de desigualdad de las minorías respecto a las culturas mayoritarias o hegemónicas y/o las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres, hacen que la opresión de la mujer por parte del hombre se vea normal y usual.

Las relaciones de género no se producen de forma aislada, sino que forman parte de otros sistemas sociales y culturales y reciben la influencia de la cultura, la economía y la política, así como de la clase, etnia, idioma, nacionalidad, religión, edad de las personas que conforman el grupo humano. Por ello, el género no es un concepto universal, sino que depende y se construye en la realidad particular de cada sociedad.

No podemos hablar de “la mujer” ni “del hombre” como seres universales y semejantes. Las relaciones de género varían de una sociedad a otra, e incluso pueden coexistir dentro de una misma sociedad diferentes sistemas de género según la diversidad cultural que exista.

Esto significa que las mujeres no son seres separados, sino parte complementaria de la sociedad. No puede haber un mundo de las mujeres separado del mundo de los hombres y viceversa. Tanto los hombres como las mujeres son grupos diversos y entrelazados.

En ese orden de ideas, es evidente la importancia de diseñar y aplicar políticas y programas integrales de desarrollo que incorporen los aspectos transversales de género, interculturalidad, étnico-racial, generacional y de derechos humanos, a fin de incluir a todas las personas con sus necesidades, demandas y visiones.

Solo haciendo hincapié en estas diversas dimensiones podremos avanzar en el logro de sociedades más justas y democráticas.

Desarrollo Auto Reflexivo

La identidad cultural no debe ser considerada como un elemento negativo en el marco de la lucha por la equidad de género, sino que debe incidir de manera positiva en la consecución de avances positivos en torno a las demandas de igualdad entre hombres y mujeres.

Considero que el Estado peruano debe trabajar en programas de empoderamiento y apoyo a mujeres campesinas e indígenas desde un enfoque intercultural, que sea consciente de las diferencias y valore otras formas de conocer, ser y hacer.

Esto implica tratar de impulsar nuevas formas de encuentro y diálogo que permitan identificar agendas comunes, así como formas de resistencia y construcción de nuevas formas de sociabilidad.

Conocer e incorporar la perspectiva subjetiva de las mujeres indígenas en los programas y proyectos de desarrollo, esto con el fin de asegurar su compromiso y lograr su participación consciente desde el inicio y durante todo el ciclo de los proyectos y acciones. Sólo así se lograrán asegurar acciones de desarrollo que impulsen transformaciones emancipadoras y sean sostenibles en el tiempo.

Reconocer que la mujer se encuentra entre los sectores más excluidos de la sociedad y en mayor desventaja para superar la pobreza y lograr disfrutar plenamente de sus derechos de mujeres, de indígenas y de ciudadanas.

Resulta fundamental incorporar las voces, intereses y necesidades de las mujeres indígenas en los procesos de desarrollo comunal de manera participativa y culturalmente adecuadas.

Es necesario promover la visibilización de las mujeres indígenas y de sus aportes, y promover la superación de su silencio en el avance hacia la equidad de género y el reconocimiento de su derecho a ser diferentes.

Diferenciar los roles de hombres y mujeres sin caer en discurso de decir que somos iguales, porque no lo somos.

Conclusión

En el mundo andino y después de una colonización que viene dándose constantemente desde la conquista y hasta hoy, donde se cree, desde un punto de vista monocultural, que para liberarnos como mujeres oprimidas, debemos tratar de hacer lo que hacían los hombres en un sistema de competencia, donde siempre debe haber uno encima del otro.

No enfocándonos en lo que realmente debe ser, ser mujer, como lo era en el mundo andino, la división de funciones de un respeto tanto del hombre como de la mujer; la competencia está en la reciprocidad, es decir logra mejor armonía y bienestar para el grupo social, sea este la familia, la comunidad, etc.

El compromiso profesional como mujer y como individuo que integra el mundo andino, será el ser complemento y no adversario.

Bibliografía:

CHOQUE QUISPE, María Eugenia. Equidad de género en las culturas aymaras y qhichwa. 2007. Consulta: 16 de marzo de 2015. <http://machaca.cebem.org/documents/capacitacion_2007_equidad_genero.pdf>

GARGALLO CELENTANI, Francesca. Capítulo I: Rutas Epistémicas de acercamiento a los feminismos y antifeminismos de las intelectuales indígenas contemporáneas. En Feminismos desde Abya Yala. Ideas y proposiciones de las mujeres de 607 pueblos de nuestra América. Ciudad de México: Editorial Corte y Confección. 2014 (versión electrónica).

LUGONES, María. “Hacia una lectura decolonial de chacha-warmi”. Anales de la Reunión de Etnología, número 23, pp. 153-158. 2012. Consulta: 13 de abril de 20015.

* Jessica Lourdes Roque Tapia, participante del Curso de Postgrado en Diálogo Intercultural, coorganizado por el Instituto de Estudios de las Culturas Andinas (IDECA) y la Dirección Desconcentrada de Cultura de Puno (DDC), con el auspicio de la Escuela de Postgrado de la Universidad Católica de Santa María de Arequipa (UCSM).

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